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lunes, 30 de abril de 2012

Sacrificio



Sacrifico mi cuerpo,
confronto la enfermedad… la vejez…, y
miro fijamente a mi hermana la muerte.

Sacrifico mis deseos,
incinero mis ambiciones,
y corto las alas de mis limitados sueños.

Sacrifico mi egoísmo,
renuncio al camino de ser aceptado,
y desato las cadenas que me invitan a poseer.

 Sacrifico mis creencias,
destruyo los límites… mis ideales,
y aprendo a callar.

Permito que un fuego alquímico y puro consuma mi ofrenda,
y la lleve en una columna de humo a oídos de mi Amado.

Espero… Pasan años…
Siento un sosiego de estar vacío de mí.
Y cuando cesa la impaciencia,
un mensajero viaja de regreso por la estela del humo de mi sacrificio.

El éxtasis de la inmortalidad consume mi cuerpo,
En un instante la plenitud, la ausencia de necesidad, florece en mi ser,
y el único habitante de mi corazón es la compasión.
Silencio…
Un océano de deleite.

Renazco y doy mi primer paso.
Ahora ofrezco todo mi amor para aliviar un corazón,
ahora entrego mi alma para secar una lágrima,
ahora sacrifico mi aliento para dar una esperanza.
Concedo las horas de mi existencia por un instante de verdad.

Me embarco en el viaje del gran Sacrificio,
me fundo en el sueño cósmico,
me uno al cómplice de todos los días,
permito que sus finos dedos toquen su melodía en mí. 

martes, 24 de abril de 2012

Imaginar la vida (primera parte)

El siguiente es un párrafo textual extraído de mi diario: “Durante cuatro semanas, la Maestra nos ha pedido escribir un poema todas las noches. Cada mañana, durante el desayuno, uno a uno empezamos a leer el texto que hemos preparado. La Maestra siempre comienza, y es un deleite ver cómo dramatiza cada verso y sonríe cuando las imágenes cruzan las fronteras de lo previsible. Como nos advirtió en un comienzo, la intención es dejar ir, permitir que la razón poco a poco se desvanezca y la formalidad de paso a un instinto, a un impulso de creación. Debo decir que al comienzo fue difícil ver el papel en blanco, confrontar los temores acerca de escribir, hacer caso omiso de los cánones estéticos, ir más allá del deseo de hacerlo bien. Sin embargo, en las primeras semanas vi la intención de esta invitación: poco a poco he comenzado a ver el mundo con otros ojos, la piedra, la fragancia, la luz entre los árboles han despertado emociones nuevas; he comenzado a buscar material nuevo para el ejercicio de escribir y sin darme cuenta he alterado la manera de ver el mundo y mi estado de ánimo; el ojo ordinario se ha transformado en un ojo que encuentra belleza por doquier y esta visión liberada abre la puerta a mil formas nuevas de habitar el mundo”.

Luego de dos meses de este ejercicio, la Maestra nos dijo: “Debemos recordar que una de las llaves fundamentales del camino espiritual es la imaginación. Las disciplinas espirituales, la devoción, el servicio y la búsqueda de la pureza deben despertar en nosotros una mayor capacidad de creación. Espiritualidad no debe ser restricción, debe ser belleza y libertad. Quien está sanado es capaz de crear pensamientos y acciones bellas, y así recrear su ser todos los días. Si se adquiere el hábito crear pensamientos bellos se logra cambiar el espíritu; con la belleza en la mente es más fácil amar, y con el amor se rompe todas las resistencias internas y se alcanza la libertad”.

¿Por qué la Maestra nos pidió escribir un poema cada día, por qué habló de la imaginación y por qué plantear la imaginación como una llave en el camino hacia la sabiduría? Estas preguntas son pertinentes debido a que estas prácticas (escribir poemas) y declaraciones (la importancia de la imaginación para el crecimiento espiritual) no tienen un papel preponderante en nuestra cultura. Lo anterior debido a la excesiva validez de las acciones y los juicios basados en la razón, los conceptos o el rigor de la causa y efecto.

A medida que crecemos deseamos más control, seguridad y manejo de las cosas, y buscamos que las decisiones estén regidas por la razón; por ello, el ejercicio propuesto por la Maestra, en principio, carecía de finalidad y lógica. Sin embargo, en nuestra vida cotidiana sabemos que el imperio de la racionalidad muchas veces cede terreno a las fuerzas de lo físico (ej. salud o enfermedad), lo vital (ej. gustos, disgustos, deseos) y lo emocional (sentimientos). Y pese al peso del discurso científico y del racionalismo, descubrimos que nuestro ser y nuestra cultura es mítica. Lo anterior significa que nuestro mundo interno funciona alrededor de creencias, del inconsciente, de los afectos, los deseos, la imaginación, la capacidad de asombro, la intuición y la creación simbólica.

La invitación a escribir un poema, más allá de las expectativas estilísticas o el canon estético, implica una invitación a usar la voluntad y decidir habitar el mundo de una forma distinta; involucra una decisión de ir más allá de las maneras habituales de ver el mundo, para alterar lo que siempre hemos considerado como lo real y ampliar al mismo tiempo nuestro ser.

Para entender la profundidad de este acto externo que transforma el ser interior es preciso comprender primero cómo funciona la cultura y qué papel jugamos en la continuidad o transformación de ella. Cuando llegamos al mundo nos encontramos con “redes de significación preconstituidas” o, en palabras más sencillas, estamos programados por un sin número de esquemas culturales, que se esconden tras el telón del teatro. Estas redes producen la ilusión de que actuamos libremente, pero de forma inconsciente reproducimos el guión preestablecido. Este condicionamiento facilita el hecho de no comenzar las acciones de cero y posibilita la creación de acciones nuevas configuradoras de cultura.

En consecuencia, la cultura posibilita dos movimientos, por una parte, conserva las tradiciones con esquemas preestablecidos, y con el ocultamiento de estos esquemas en el inconsciente genera una limitación para el cambio. No obstante, por otra parte, da un repertorio de experiencias, para que seamos capaces de configurarnos como alguien particular y construir o crear realidades acordes con nuestra particularidad.

La cultura, entonces, abre al hombre su capacidad para recrear lo establecido, pero esta ‘aperturidad’ sólo es posible mediante el desarrollo de la voluntad (conocimiento), la expresión (imaginación) y la capacidad para actuar sobre aquellas partes que requieren la transformación (intervención e integración en la vida).

Con respecto a la voluntad, es pertinente decir que esta capacidad guarda una estrecha relación con el conocimiento, pues es mediante él los seres humanos podemos indagar, escrutar, interpretar, comprender, aprehender, reflexionar y actuar sobre nuestra  historia. Si somos conscientes de su valor, podemos investigar (en un profundo giro de la consciencia hacia adentro) qué aspectos del ser son herencia de la familia, la educación, la sociedad y la cultura; cuáles de estas influencias nos potencian o limitan, y qué rasgos pertenecen a una naturaleza esencial de nuestro ser. Estos rasgos que inicialmente eran inconscientes, pasan a la consciencia y es allí donde se evidencian las razones de nuestra acción. Esta vuelta del ser hacia el interior, esta decisión de arqueología profunda de la consciencia, marca el inicio del camino denominado por las culturas antiguas como el despertar o el segundo nacimiento. Pues se empieza a hacer consciente de la programación recibida por la cultura y la diferencia de esta con el ser esencial.

El segundo momento del camino para transformar la cultura y recrear nuestro ser es la ‘expresión’, específicamente el lenguaje y la imaginación. Una vez se han identificado las redes de significado de la cultura, el ser humano debe hacer uso de la facultad creativa del lenguaje y de la capacidad de alteración de la imaginación.  El poeta chileno Vicente Huidobro afirmó: “Aparte de la significación gramatical del lenguaje, hay otra, una significación mágica… El poeta crea fuera del mundo que existe el que debiera existir… La poesía no es otra cosa que el último horizonte, que es, a su vez, la arista en donde los extremos se tocan, en donde no hay contradicción ni duda”. Cuando la Maestra nos invitó a escribir un poema, nos invitó a ver distinto, a ir más allá de nuestro horizonte conocido; cada uno tenía en mente un ideal poético, aun el más mínimo, pero cuando se alteró la mirada surgió en cada uno un manantial espontáneo, que iba más allá de los aspectos formales o intelectuales y anidaba en las profundidad del ser como una potente fuerza creativa.

Finalmente, el conocimiento de la naturaleza propia (voluntad) y la imaginación de unas maneras más amplias de estar en el mundo (expresión) deben unirse al mundo de la vida para transformar la cultura. Mi Maestra afirma con frecuencia “El camino de purificación interior, la conquista de la paz en todo el ser y la entrada en un universo de éxtasis sagrado no deben llevar al alejamiento del mundo, deben generar un amoroso impulso para abrazar la existencia en todas sus formas y traer el espíritu de la divinidad a cada rincón”. La sabiduría sobre el ser, el mundo y lo trascendente; la recreación del ser y su expresión, y la integración en cada acción son los pasos para pasar de seguir la cultura a transformar la cultura. Cuando el nuevo contenido entra en las redes de significación, se integra con la cultura y se hace norma. Ese es el inicio de otro ciclo de tradición y transformación.





miércoles, 11 de abril de 2012

Pausa

Resisto el ritmo de los días
y tomo la rienda de mis pensamientos desbocados.

Desvío la ruta de los ancestros
y me guío por los pálpitos que oigo bajo las piedras.

Tomo el camino nuevo
con la única certeza de que será a paso lento.

Me entrego a la lluvia, resisto la tormenta,
como sacrificio a los tiempos que huí.

Bendigo mi aliento, las marcas de cansancio en mi piel,
los surcos que dejaron las lágrimas y las comisuras de la risa.

Brindo con la copa llena de existencia
y asisto al silencio de quien sostiene el Teatro Universal.

miércoles, 4 de abril de 2012

Necesidad

Se requiere de un grito silencioso,
para acallar la ruidosa presencia de los seres tristes y orgullosos.

Se requiere de una risa estridente,
para aplacar la seriedad del pequeño yo.

Se requiere de paciencia de pescador,
para ver pasar la vida sin afección.

Se requiere de puños de verdad,
para limpiar nuestros ojos y ver la belleza detrás del mundo.

Se requiere del coraje de un guerrero,
para acercarse a una rosa y hundirse sin pudor en la consciencia infantil.

Se requiere de una espada afilada,
para cortar de tajo nuestras raíces y empezar a volar.

Se requiere de un corazón de mujer, de madre,
para sentir por un momento la ternura del Creador.