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martes, 21 de febrero de 2012

El Árbol

Has sembrado un Árbol de la vida con semillas de Deleite.

Has aguardado veranos e inviernos,

y has visto con paciencia el marchitar de las hojas y sus vestidos de nieve.

Has contemplado delicadas flores que palpitan en tu corazón de primavera,

y has sonreído con la impermanencia del amarillo otoño.

Has sembrado un Árbol de la vida con las notas de tu canto.

Has regado sus raíces con los mares de la Madre,

y has construido nidos en sus ramas para tus criaturas.

Has marcado los ritmos de su existencia con un compás cósmico,

y has escondido su belleza para especiales doncellas.

Has sembrado un Árbol de la vida y guardaste sus secretos,

y has abierto solo una ventana para el sabio que de su nido vuela a Ti.

Has sembrado un Árbol de la vida y por tu Devoción ha crecido.

Has puesto en cada rama, hoja y nido todas tus horas,

y has abierto el pasaje a tu Alma con tu Árbol.   

miércoles, 15 de febrero de 2012

Libertad (primera parte)

En la vida con un Maestro cada instante es una oportunidad para moldear el alma, recrear el ser y descubrir la perspectiva sagrada de la realidad. Sri Aurobindo, uno de los sabios más importantes de la India en el siglo XX, afirmó que el Maestro real será aquel que “conducirá al discípulo a través de la naturaleza del discípulo. Enseñanza, ejemplo e influencia: estos son los tres instrumentos del gurú”. La enseñanza refina el conocimiento, despierta capacidades y dota de ayudas para conocer y conquistar el ser. Sin embargo, el ejemplo es más poderoso, porque con las acciones exteriores del Maestro y la manifestación de lo sagrado en él en cada momento, el espíritu del discípulo encuentra su inspiración.
Pero más allá del ejemplo se halla la influencia, el poder de la presencia, aun en silencio, que difunde una conciencia divina que se conecta con la parte más pura, bondadosa y perfecta del discípulo, y la invita a manifestarse. Esa influencia es un pacto secreto, una cita entre almas, que carece de sentido para alguien que se encuentra fuera de ese contacto. Esa influencia trae realizaciones que llevan al ser completo (alma, mente, emociones, sentidos, cuerpo) a dar un giro existencial y guía a la persona en el camino hacia la autenticidad, el encuentro con el sentido último y la más profunda realidad.
Recuerdo como si fuera hoy un aprendizaje transformador proveniente de la mágica influencia de mi Maestra. Estaba en la casa de mi Maestra, sirviéndola a ella y a otras personas sinceras que habían venido desde muy lejos a visitarla. Me encontraba cocinando en aquel escenario perfecto, pero a pesar de las condiciones mi ego (esa parte negativa de la dualidad) estaba presente, y un tren de pensamientos desfilaba por mi mente: “tengo calor, me duelen los pies, por qué la Maestra ha decidido atender a estas personas, quisiera estar libre para decidir qué hacer, estaría feliz en una playa descansando...ˮ.  
Al terminar la reunión, la Maestra despidió a los invitados y anunció que en pocos minutos saldríamos de la casa y deberíamos llevar nuestras ropas para la playa. Estaba cansado, pero aun así preparé mi equipaje y salí de la casa con la Maestra y dos discípulos más. Después de una hora de camino, llegamos a una de las playas más hermosas que he visto en mi vida. La Maestra permaneció en silencio todo el recorrido, y al llegar caminó hacia la playa, extendió una sencilla estera sobre la arena y se sentó sonriente a contemplar el mar. Me pidió con una seña que me sentara a su lado, y una vez estaba en mi lugar me dijo: “Querido Ishwara, ¿ahora sientes tu libertad?ˮ
No pude responder. De inmediato entendí que ella había sentido cada uno de mis pensamientos y quería mostrarme la presencia de mi ego y lo reducida que era mi idea de libertad durante ese estado. Pasaron varios minutos en silencio y a pesar de estar en el lugar que deseaba, con las condiciones perfectas no era capaz de sentir libertad. Traté de hablar con la Maestra, ofrecerle disculpas o pedirle su instrucción, pero se encontraba meditando, con una tenue sonrisa, sintiendo la luz del atardecer.
Volvimos a casa y en la cena la Maestra comentó una noticia relacionada con un reciente libro, escrito por una enfermera australiana, quien asistió a centenares de personas en el momento de su muerte. En su texto, la autora afirmaba que el sentimiento más frecuente de los pacientes en los últimos instantes era la pena por no haber vivido una vida auténtica. Después de varias horas de silencio y reflexión pregunté: Maestra, ¿por qué nos esforzamos tanto en la vida para hacer lo que queremos, alcanzamos tantas veces lo deseado y aun así no nos sentimos libres y plenos?, ¿por qué si la consecuencia natural de la libertad es la felicidad, las personas con más recursos y oportunidades para actuar libremente no son necesariamente felices y sienten que sus vidas carecen de sentido o no han sido auténticas?
La Maestra sonrió y con su sincera compasión me dijo: “Querido Ishwara, primero quiero decirte que hoy estuve acompañándote con mi luz en todo tu proceso. Sentí la frustración proveniente de tu ego, y en la playa quise guiarte hacia la realización de tu dualidad. No tienes de qué preocuparte, pues en el proceso de purificación del ser es importante reconocer el ego para luego rechazarlo. Sin embargo, es fundamental que en cada momento empieces a ser consciente de dónde está tu mente y qué parte de ti está presente en la acción, tu ego o tu parte real. Este proceso de conciencia es fundamental para eventualmente lograr la unidad de nuestro ser y alcanzar la libertad real”.
Continuó la Maestra: “Con respecto a tu pregunta, en la vida del ser humano existen dos tipos de libertad: una proveniente del ego y otra real. La libertad proveniente del ego tiene como fundamento la lógica de satisfacer los apetitos egoístas para alcanzar la libertad. Sabemos que el hombre es un cúmulo de impulsos sensibles, vitales, emocionales, estéticos, etcétera, y estamos todo el tiempo empujados a desear algo que nos permita compensar esta tensión. Sin embargo, sabemos que es imposible para el hombre obtenerlo todo, saberlo todo o hacer todo, y el resultado es la frustración. La noticia de la enfermera australiana que he compartido con ustedes es emblemático, pues aun las personas que logran satisfacer todos sus impulsos al final de la vida no son capaces de sentir la autenticidad de sus existencias. Los seres humanos defienden esta libertad del ego y se encuentran profundamente apegados a ella, pero en realidad esta carrera por la satisfacción es producto de sugestiones , impulsos y fuerzas que reducen nuestras capacidades y nuestra esencia”.
“Por otro lado, se halla la libertad real, que solo se alcanza cuando nos sumergimos en las profundidades del alma. Allí reconocemos que estamos compuestos no por una sino por muchas personalidades, cada una con sus propias exigencias y naturaleza diferente. Descubrimos que tenemos impulsos vitales, deseos, sentimientos, anhelos intelectuales y morales, y esta mezcla de fuerzas en la vida práctica toman nuestro ser y lo dispersan en múltiples direcciones. De mi Maestro aprendí que el camino espiritual no debe llevarnos a rechazar la vida y estas fuerzas, y retirarnos del mundo, como lo han hecho miles de hombres y mujeres santos a lo largo de la historia. En mi camino de purificación, con la amorosa guía de mi Maestro, comprendí que la libertad se consigue cuando se transforman cada uno de estos movimientos en el ser y se elevan más allá del ser humano, al nivel de la divina consciencia, de tal manera que un día lo sagrado irradie su luz a todas las partes de nuestro ser y alcancemos la unidad. Esta es la libertad real, aquella que no depende de las posesiones y las circunstancias para sentir plenitud; aquella que logra ver aun en el sufrimiento la sagrada mano de la divinidad; aquella que tiene como horizonte la frase qué puedo dar al mundo y no qué puedo recibir del mundo”.
Después de esta respuesta conversamos un poco más y nos retiramos a las habitaciones. Entré a mi alcoba, y en la oscuridad me senté a meditar. Fui consciente de cómo en la cotidianidad, con los estímulos del mundo, es muy fácil perder la perspectiva y hundirse en la ignorancia de la vastedad del alma y la existencia. Lloré por el extravío de mi ser y luego reí, pues aquella sensación de libertad que anhelaba había llegado en ese momento, en la soledad de mi alcoba, en la ausencia de apetitos y en el regreso del anhelo de mi corazón por hallar y vivir en mi ser real.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Deleite

Y me envuelves en tu brisa que me inmoviliza de deleite.

Y me borras las lágrimas con tu atardecer de rosa y de aves revoloteando al compás de tu canción eterna.

Y me abrazas en tu mar con la complicidad de las olas furiosas de tu amor.

Y me calmas con las canciones de la Madre y tu Silencio tierno.

Y me raptas con tu fuerza de amante verdadero y tu pureza infantil.

Y me unes a tu pecho hasta fundirme en Ti, hasta que mi aliento y el Tuyo son Uno

... Y me entrego, después de las horas oscuras; me hago un ovillo y reposo en Ti.